domingo, 30 de junio de 2013

La aspirina tan antigua como efectiva

La aspirina tan antigua como efectiva

La aspirina (nombre comercial del ácido acetilsalisílico), es una droga que se usa desde antaño en temas de tratamiento o prevención de enfermedades y que a pesar de los avances en el conocimiento de la farmacología actual, sigue siendo de vital importancia para algunas enfermedades.

     Su historia es extensa, pero a modo de resumen podemos decir que su origen se remonta al uso de la corteza del sauce blanco (nombre latino Salix alba) que  ha sido usada desde tiempo inmemorial para el alivio de la fiebre y del dolor, incluso por Hipócrates en el siglo V a. c.

     El principio activo de la corteza de sauce fue aislado en 1828 por Johann Buchner, profesor de Farmacia en la Universidad de Munich; se trataba de una sustancia amarga y amarillenta, en forma de agujas cristalinas que llamó salicina. En 1838 Raffaele Piria, un químico italiano, trabajando en La Sorbona de París logró separar la salicina en azúcar y un componente aromático llamado salicilaldehído. A este último compuesto lo convirtió en cristales incoloros a los que puso por nombre ácido salicílico. El ácido acetilsalicílico fue sintetizado por primera vez por el químico francés Charles Frédéric Gerhardt en 1853 y luego en forma de sal por Hermann Kolbe en 1859. Hubo que esperar hasta 1897 para que el farmacéutico alemán Felix Hoffmann, de la casa Bayer, consiguiera sintetizar al ácido acetilsalicílico con gran pureza. Aspirina fue el nombre comercial acuñado por los laboratorios Bayer para esta sustancia, convirtiéndose en el primer fármaco del grupo de los antiinflamatorios.

     Tras la Primera Guerra Mundial, la marca aspirina fue expropiada en los países ganadores, fundamentalmente Inglaterra, Estados Unidos y Francia; de tal manera que en estos países aspirina pasó a ser el nombre genérico de la sustancia. Desde su comercialización se han consumido más de trescientos cincuenta billones de comprimidos y se estima que el consumo diario es de unos cien millones de aspirinas. Consecuentemente, es uno de los fármacos más usados en el mundo, con un consumo estimado de 40.000 toneladas métricas anuales. Actualmente, el 100% de la producción mundial de ácido acetilsalicílico manufacturada por Bayer se realiza en Langreo, España, en una planta química de esta empresa multinacional.

     Uno de los usos más difundidos en los últimos tiempos ha sido el de prevenir los problemas de trombosis, tanto venosas como arteriales, es en ese contexto por lo que se la usa para prevenir infartos de miocardio y trombosis venosas, por ejemplo en pacientes que han sido operados de la cadera, o que se encuentran en situación de riesgo de trombosis, como es el caso de pacientes que se encuentran imposibilitados de deambular, sin que al momento sea superada por fármacos más actuales.

     Ciertos estudios epidemiológicos sugieren que el uso a largo plazo de la aspirina a bajas dosis se asocia con una reducción en la incidencia del cáncer colonorrectal, así como el cáncer de pulmón, posiblemente por su asociación con efectos inhibitorios sobre la COX producida por adenocarcinomas, efectos supresores de prostaglandinas o incluso efectos directamente antimutagénicos. También se ha estudiado el papel que juega la aspirina en reducir la incidencia de otras formas de cáncer. Es posible que la aspirina también tenga la capacidad  de reducir la formación de cataratas en pacientes diabéticos.

     Según científicos del Instituto de Neurociencia y Fisiología de la Universidad de Goteborg, en Suecia, una dosis diaria de aspirina puede ayudar a reducir el deterioro cerebral en personas de edad avanzada. No obstante, los expertos subrayan que «debido a los efectos secundarios peligrosos que puede tener la 'Aspirina', no se puede recomendar su uso masivo a fin de proteger la memoria»; también se usa para el tratamiento de algunas enfermedades de la piel.

     Pero los efectos adversos de la aspirina son tan importantes como sus efectos beneficiosos.

     Hay que tener en cuenta que existen interacciones con otros medicamentos y en los cuales en algunas drogas se aumentan sus efectos y en otras las disminuye; por otro lado, hay efectos secundarios directos, principalmente gastrointestinales, es decir, úlcera péptica gástricas y sangrado estomacal. Por otro lado, en pacientes menores de catorce años se ha dejado de usar la aspirina para reducir la fiebre en la gripe o la varicela debido al elevado riesgo de contraer el síndrome de Reye, que es una complicación grave en la que se ve afectado también el hígado; además, el riñón es uno de los órganos que también debemos tener en cuenta a la hora de usar la aspirina por sus posibles efectos dañinos, generando o promoviendo una glomerulonefritis o una insuficiencia renal.

     Entonces, es importante entender que si bien es una droga de uso muy difundido y de venta libre, siempre hay que consultar con un médico, quien es el único preparado para determinar no sólo los riesgos y beneficios, sino para también considerar que dentro de los efectos que tiene la aspirina, la dosis de la misma condiciona tal efecto, por ejemplo si lo que se busca es prevenir una trombosis las dosis debe ser de entre 150 a 300 mg. diarios; fuera de esa cantidad el objetivo se pierde; en cambio si lo que se busca es el efecto antiinflamatorio las dosis pueden ser 10 veces más.

     O sea que, para concluir, podemos decir que es una droga con plena vigencia y que desempeña en algunas situaciones una utilidad insuperable, pero que requiere de la necesaria información para el uso correcto de la misma a los fines de conseguir el mejor efecto sin riesgos innecesarios.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com