domingo, 23 de febrero de 2014

El aborto y los nacimientos de mortinatos

El aborto y los nacimientos de mortinatos

El aborto y los nacimientos de mortinatos se asocian con riesgo de eventos vasculares futuros de la madre.

     El sexo femenino se considera un factor protector contra la aterosclerosis y sus enfermedades relacionadas como el infarto cardíaco; pero se encontró que en  los casos de abortos espontáneos existiría una probable causa común con la  enfermedad aterosclerótica.

     La inflamación sistémica subyacente y la enfermedad vascular parecen relacionar los eventos adversos asociados con el embarazo y las condiciones que tienen en común los cambios ateroscleróticos en el lecho vascular, como los infartos de miocardio y cerebral y la hipertensión renovascular (de origen en el riñón).

     En tal sentido se realizaron estudios poblacionales, de seguimiento a largo plazo con más de un millón de mujeres, para comparar las tasas de enfermedad aterosclerótica cardíaca (enfermedad cardíaca isquémica, infarto de miocardio), cerebral (infarto cerebral) y renal (hipertensión renovascular) en aquellas que sufrieron abortos espontáneos y nacimiento de mortinatos y las que no los tuvieron. Por cada aborto adicional hubo un incremento de infarto de miocardio de 9%, infarto cerebral 13% e hipertensión renovascular 19%. Las tasas de infarto de miocardio, cerebral e hipertensión renovascular aumentaron con el incremento en el número de abortos; por cada aborto adicional hubo un incremento entre el 9% y el 20%, según la patología (infarto de miocardio en un 9%, infarto cerebral en un 13% e hipertensión renovascular en un 19%). Las tasas de infarto de miocardio, cerebral e hipertensión renovascular en las mujeres menores de 35 años aumentaron entre un 35% y un 55% por cada aborto adicional; mientras que en aquellas de 35 años o más, las tasas se incrementaron en sólo un 6% a un 7%.

     No se encontró un incremento en las tasas de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular en el primer año después del aborto.

     En el caso de infarto de miocardio, se observó que la tasa aumentó con el tiempo transcurrido desde el primer aborto, con el mayor efecto encontrado luego de cinco años o más.

     En los casos de infarto cerebral y de hipertensión renovascular, la tasa no difirió con el tiempo transcurrido desde el aborto.

     En total, los mortinatos se asociaron con una tasa de riesgo superior en comparación con los abortos; aunque en las mujeres con antecedentes de cuatro abortos o más, las tasas de aumento fueron similares.

     El incremento para la tasa de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular fue de similar magnitud en las mujeres con antecedentes de aborto. A mayor número de abortos, mayor incremento en las tasas de estas tres patologías. Los resultados obtenidos indican un vínculo etiológico (origen) entre la pérdida del embarazo y los eventos ateroscleróticos, que podrían estar relacionados con un proceso fisiopatológico iniciado por el aborto o el nacimiento de un mortinato que lleva a aterosclerosis o por un mecanismo subyacente común, posiblemente genético.

     El hallazgo de que las pérdidas de un embarazo se asociaron con eventos ateroscleróticos posteriores en tres órganos diferentes indica que existe un mecanismo común subyacente.

     El sistema inmunitario y los mecanismos inflamatorios, como las respuestas de linfocitos T helper tipo 1 (Th1), parecen cumplir un papel en los abortos, lo cual indica que la pérdida de un embarazo se asemeja a situaciones autoinmunitarias (el  sistema inmunológico ataca al mismo organismo).

     Recientemente, se encontró que diversas enfermedades autoinmunitarias se asociaron con un riesgo aumentado de aterosclerosis. Las placas ateroscleróticas sobre el endotelio contienen células inmunitarias activas como células T activadas y macrófagos, junto con moléculas de señalización que promueven las respuestas. La disfunción endotelial (alteración del funcionamiento normal de las arterias) se asoció con abortos previos. Por ello, se considera que los procesos inflamatorios son útiles para explicar los mecanismos subyacentes comunes, influidos genéticamente, tanto de la pérdida del embarazo como de las condiciones fisiopatogénicas de la aterosclerosis.

     La disfunción endotelial producida por los procesos inflamatorios sistémicos es un mecanismo subyacente común plausible para abortos, mortinatos e infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular. La patología vascular resultante podría contribuir con las alteraciones placentarias durante el embarazo, con la consiguiente pérdida y el aumento en la probabilidad de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular.

     En conclusión, el aborto y los nacimientos de mortinatos se asociaron con un riesgo incrementado de infarto de miocardio, cerebral y de hipertensión renovascular.

     Estas condiciones tienen como hallazgo común los cambios ateroscleróticos en el lecho vascular y, por ello, la pérdida del embarazo podría ser un factor de riesgo posible de enfermedad aterosclerótica en las mujeres.

     Los hallazgos obtenidos avalan una etiología en común (posiblemente vinculada con un componente genético) para la pérdida del embarazo y los eventos ateroscleróticos o el inicio de procesos patológicos para la aparición de abortos o de mortinatos que lleven a estas condiciones ulteriores. En cualquier caso, los procesos inflamatorios vasculares parecen ser el denominador común, por lo que es recomendable en situaciones de abortos espontáneos o mortinatos, evaluar el funcionamiento arterial o procesos ateroscleróticos precoces y asintomáticos a los fines de prevenir enfermedades serias como el infarto, el ACV o la hipertensión arterial de origen renal.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com