Sin dudas, que los modos de vida moderna con sus hábitos de tiempos cortos o por la tecnología en nuestras manos, limitan en muchas ocasiones una vida activa físicamente con sus consecuencias en la salud.
Así, el sedentarismo se convierte en un factor de riesgo mayor e independiente de enfermedad cardiovascular, a tal punto que en pacientes sedentarios el riesgo de enfermedad coronaria es el doble con respecto a los que practican alguna actividad física en forma rutinaria, tal es así que se considera que un gasto calórico de 2.500 calorías disminuye en un 45% la mortalidad cardiovascular.
Hay una relación entre dosis de actividad física y respuesta, en el sentido que, a mayor actividad física, menor riesgo de enfermedad coronaria, siempre y cuando se respeten los límites determinados por el nivel de entrenamiento, la edad, y el estado de salud general.
Desde otro punto de vista, también es cierto que la actividad física presenta utilidad en todos los grupos etarios, por lo que la edad no es un impedimento. Es sabido que, en promedio, a partir de los 30 años el cuerpo humano comienza a disminuir su rendimiento físico, y que su aceleración -al margen de su predisposición genética- y el nivel de ejercicio físico, actúan en forma fehaciente a favor de disminuir esa declinación natural.
Por otro lado, cuando una persona presenta enfermedades, si realiza ejercicios físicos también tendrá sus efectos beneficiosos, siempre que esté guiada por un profesional de la salud, quien sabrá orientar y aconsejar sobre la intensidad, tiempo y precauciones a tomar cuando decida ejercer alguna actividad recreativa con el menor riesgo posible.
Por ello, es que en la actualidad la actividad física no sólo representa un hábito que actúa como preventivo de enfermedad cardiovascular, sino que también forma parte complementaria de otros tratamientos, de modo tal que hoy a la actividad física se la considera como a un verdadero "fitness" metabólico, ya que disminuye la tasa de obesidad; mejora la acción de la insulina; mejora y estabiliza los niveles de tensión arterial -tanto sistólica como diastólica (máxima y mínima); ayuda a disminuir los niveles de colesterol total, incrementando el nivel del colesterol bueno o HDL; para quienes fuman también ayuda a dejar el hábito del cigarrillo; es un modulador de la función endotelial, que hoy en día se sabe interviene en el mantenimiento del normal funcionamiento vascular; aumenta la densidad capilar (mejora la irrigación); y por último, también tiene claros efecto benéficos sobre el estado de ánimo, convirtiéndose en el mejor anti-estrés y en el peor de los casos ayuda a tolerar mejor cualquier situación de estrés.
Como conclusión podemos decir que no sólo es altamente recomendable la actividad física como elemento de prevención, sino también como mejorador de otras varias enfermedades. Y no es una cuestión de costos o de equipos especiales, es sólo una cuestión de actitud de querer mantenerse sanos.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
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