miércoles, 11 de enero de 2012

Qué es el infarto lacunar?

Es conocido que todos los tejidos del organismo requieren de nutrición para su subsistencia, y que ésta llega fundamentalmente a través de la circulación sanguínea.

     Cuando por alguna razón la sangre no llega a esos tejidos se puede producir la muerte de las células configurando el denominado “infarto”; por lo tanto, se desprende de esto que la palabra infarto no es exclusiva del corazón, sino que también es aplicable a otros órganos.

     Cuando el daño ocurre en las células cerebrales (neuronas) se habla de infarto cerebral; en ese contexto el “infarto cerebral lacunar” se debe a infartos pequeños (no más de 20 mm.) y en áreas profundas del cerebro, que se producen por obstrucciones de pequeñas arterias por ateromas (placas de colesterol) o  embolias, que suelen ir acompañadas de síntomas que generan alteraciones en la calidad de vida de los pacientes, pues pueden alterar la motricidad (movimiento), la sensibilidad o la articulación de la palabra.

     Representa el 25% de todos los infartos cerebrales y se da más frecuentemente entre los 55 y 75 años de edad.

     Los factores de riesgo más frecuentemente asociados son la “hipertensión arterial y la diabetes”, aunque recientemente se ha descubierto que casi la cuarta parte de los pacientes con infartos lacunares no eran hipertensos ni diabéticos, observándose que la ateroesclerosis tiene un rol muy importante en su causa, y en donde los trastornos en las grasas de la sangre (colesterol-triglicéridos) y los fenómenos de aumento en la capacidad de coagular de la sangre (estado de hipercoagulabilidad) debido a una sangre que coagula más de lo normal o a estado que predisponen al aumento de la coagulación como el estado de deshidratación (sobretodo en pacientes mayores de 60 años) predispondrían a este tipo de lesiones.

     Por último, la migraña y el uso de anticonceptivos hormonales también podrían influir en su aparición.

     De todo esto se desprende que en un sentido preventivo es necesario controlarse la presión arterial, descartar la presencia de diabetes, y en su caso tenerla lo más controlada posible, controlar y corregir los niveles de colesterol y de triglicéridos, y finalmente en personas con factores de riesgo establecidos,  completar la rutina con un estudio de eco-doppler de vasos del cuello y un ecocardiograma para descartar posibles fuentes embolígenas.


Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com




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