Con el paso de los años ocurre el inevitable fenómeno del envejecimiento, y en ese sentido es necesario recordar que existe en paralelo un nivel hormonal que también varía con el tiempo.
Es bien conocido por la población en general que en la mujer el fenómeno de la menopausia implica cambios en la calidad de vida y en su salud; pero es menester tener en cuenta que lejos de las creencias populares que ponen en dudas sobre la existencia de que en el sexo masculino también se observa un ciclo hormonal, en la actualidad existe evidencia científica seria que la considera de valor creciente, a tal punto de considerarlo como para un control de mayor necesidad a los fines de prevenir situaciones que alteren el estado de salud.
Así, llegar al período denominado andropausia o climaterio masculino, deja de ser sólo un fenómeno sicológico que afecta a algunos hombres, como habitualmente se cree.
Lo cierto es que, el nivel de las hormonas sexuales varía en sus distintos momentos y que además de influir en la calidad de vida de las personas referido al ámbito de la sexualidad, también puede influir en el estado de la salud general.
A partir de los 50 años de vida, en el hombre, en términos generales, comienza a declinar el nivel de testosterona, considerándose, que puede haber una disminución de aproximadamente un 40% entre los 50 y 80 años de edad, y esto es debido a que, con el paso de los años, se incrementa una proteína ligada a las hormonas sexuales y, por el otro, a una disminución progresiva de la producción de testosterona; proceso que se lleva a cabo con una mayor lentitud en comparación al período pos-menopáusico de la mujer.
Evidentemente, esta disminución hormonal genera una merma de sus efectos, por lo que es natural que disminuya la libido (deseo sexual), que aparezca la disfunción erectiva, junto a otros efectos generales, como cambios en la piel, en la fuerza muscular, en la masa muscular, cambios en el estado de ánimo que a veces lleva a una mayor irritabilidad, nerviosismo, ansiedad, alteraciones en el sueño, depresión, alteración en la memoria, e incremento en la posibilidad de desarrollar una osteoporosis, entre otras consecuencias.
Lo novedoso es que en la actualidad, y contrariamente a lo que se creía, a los cambios antes mencionados se le suma que también incide en producir mayor obesidad, aumenta la insulinorresistencia, altera el sistema de coagulación, disminuye el denominado colesterol bueno o HDL, e incrementa los triglicéridos, todos factores conocidos de riesgo de enfermedad coronaria; es por ello que hoy en día se considera que la testosterona podría ser considerada como uno de los nuevos factores de riesgo cardiovascular.
El diagnóstico resulta sencillo, pues lo que se necesita es realizar un dosaje de testosterona, cuyo valor a interpretar siempre será individual, ya que al margen de la edad cada uno tiene un nivel de testosterona y su declinación en el tiempo también depende de cada uno. De esta manera cuando hablamos de prevención, hablamos primero de conocerse uno mismo para poder entender a nuestro organismo y sus cambios en función del paso del tiempo.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
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