En términos generales se considera que alrededor del 20% de la población padece de hipertensión arterial constituyéndose en un verdadero problema de salud poblacional, no sólo por la cantidad de hipertensos sino también por representar al primer factor de riesgo para aterosclerosis que conduce a serios problemas cardiovasculares.
Pero es llamativo que sólo el 50% de la población hipertensa sabe que tiene esta enfermedad; que el 40% llega a estar correctamente tratado; y que sólo el 14% tiene bien controlada su hipertensión arterial.
En la población de niños y adolescentes, si bien las cifras son menores, con una prevalencia del 0,8 al 1,3% en niños de 6 -10 años, llega al 10% entre los adolescentes de entre 10 y 15 años; en la actualidad preocupa que en los últimos años se viene incrementando la cantidad de niños y adolescentes con hipertensión arterial.
Forma parte de la realidad, que gran parte del problema, además del muy escaso control a edades tempranas, es el no tomar correctamente la tensión arterial, ya que el paciente debe estar cómodamente sentado o acostado, con un breve reposo previo, con un manguito (parte de la goma inflable) apropiado cuyo ancho y largo debe ser acorde al tamaño del brazo.
También es cierto que, históricamente, cuando un paciente presenta problemas de hipertensión arterial, a ésta se la relaciona con otras enfermedades que secundariamente, o como consecuencia, generan hipertensión arterial. Se destacan el uso precoz de anticonceptivos, el creciente hábito sedentario, el alcoholismo, el hábito de fumar y dietas ricas en sal, forman parte de estilos de vida o costumbres que en edades tempranas generan desequilibrios en la tensión arterial; tópicos, éstos últimos que a los padres deben hacer reflexionar de hasta dónde lo que se está transformando en costumbre o uso masivo, no perjudica directamente la salud de nuestros hijos.
Por otro lado, debemos recordar, y como dijimos en el párrafo anterior, la presencia de hipertensión arterial a temprana edad debe hacernos pensar de la existencia de alguna enfermedad, cuya primera manifestación consiste en la elevación de la presión arterial.
En ese sentido, las enfermedades renales son una causa importante, al igual que ciertos desequilibrios hormonales y problemas vasculares congénitos, como por ejemplo, la coartación de aorta.
Para finalizar, cabe también el mensaje de entender que la hipertensión arterial no sólo es un problema que la padecen exclusivamente los adultos como muchas veces se cree, y que es bueno al menos hacer un control tensional para conocer si nuestros hijos tienen su presión arterial en condiciones de normalidad, sobre todo si hay antecedentes hereditarios, o enfermedades renales.
Conocer esta situación nos permite no sólo tomar a tiempo un problema subyacente, sino también hacer verdadera prevención, por las consecuencias de la hipertensión arterial en el tiempo.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
sábado, 17 de diciembre de 2011
martes, 8 de noviembre de 2011
La sal y tu salud
En el organismo hay una serie de sustancias o compuestos químicos que nos recuerdan que somos parte del universo que nos rodea, que son necesarias en determinadas cantidades y que desempeñan funciones importantes para el sostén de la salud y para la vida misma.
Dentro de esas sustancias están las denominadas sales de las cuales una de las más conocidas es la sal de cloruro de sodio que el organismo necesita incorporar a dosis adecuadas para mantener constante ese 1% de cloruro de sodio que contiene la sangre, y que son cercanas a los 1.500 miligramos por día, que equivalen a menos de una cucharadita de sal, y que en el caso de los niños se recomienda que no sea mayor a 1.000 miligramos. De todos modos, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda una dosis total de 5 gramos por día, en contraposición a lo que en la actualidad, se usa con valores cercanos a 12 -13 gramos.
Si bien la sal es necesaria para mantener, entre otras funciones, el correcto funcionamiento de los músculos, nervios y la distribución del agua en el cuerpo, cuando la ingesta excede lo recomendado comienzan los efectos indeseables.
El problema actual se basa en un problema un tanto cultural o de costumbre y otro tanto de falta de información necesaria para poder cuidarse correctamente.
Evidentemente, la alimentación tiene mucho que ver, y en donde por un lado abundan los alimentos preparados con sal en exceso para la salud como, por ejemplo, las aceitunas, el maní salado, y algunos quesos, como para nombrar ejemplos fácilmente identificables, debemos sumarle el uso directo del salero para condimentar una comida, y en donde siempre se recomienda salar las comidas una vez finalizada su cocción para un mejor control de las cantidades, tratando de manejarse con moderación.
Por último, está la denominada “sal invisible” que se encuentra en productos que no dejan percibir un gusto salado pero que contienen cantidades notables de sodio, recordando que el problema de la sal es precisamente el sodio, con productos como los “enlatados”, algunos medicamentos, y por sobretodo algunos alimentos que, por contener un cierto sabor dulce, engañan a las papilas gustativas de la lengua y no dejan percibir la presencia de sal de sodio en la preparación, como es el ejemplo de las papas fritas, o ciertas galletas o masitas.
Por otro lado, la genética tiene su rol y las consecuencias podrían ser variables, tal es así que hay personas que se denominan sensibles a la sal, y por lo tanto el efecto nocivo es bastante mayor al producir lesiones microvasculares, sobre todo en los riñones, que luego pueden llegar a perpetuar un estado de hipertensión arterial.
En cuanto a las consecuencias del consumo exagerado de sal de sodio, se encuentra principalmente la de influir enormemente en el desarrollo de la hipertensión arterial, con sus consecuencias, y en el cáncer de estómago.
Es preocupante cómo las estadísticas nos revelan pacientes con hipertensión arterial más jóvenes y concretamente en niños.
Tan importante es este tema que se considera que por cada cucharadita de sal de más que se consuma, se duplica la posibilidad de un accidente cerebrovascular.
Por lo tanto, te recomiendo:
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Dentro de esas sustancias están las denominadas sales de las cuales una de las más conocidas es la sal de cloruro de sodio que el organismo necesita incorporar a dosis adecuadas para mantener constante ese 1% de cloruro de sodio que contiene la sangre, y que son cercanas a los 1.500 miligramos por día, que equivalen a menos de una cucharadita de sal, y que en el caso de los niños se recomienda que no sea mayor a 1.000 miligramos. De todos modos, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda una dosis total de 5 gramos por día, en contraposición a lo que en la actualidad, se usa con valores cercanos a 12 -13 gramos.
Si bien la sal es necesaria para mantener, entre otras funciones, el correcto funcionamiento de los músculos, nervios y la distribución del agua en el cuerpo, cuando la ingesta excede lo recomendado comienzan los efectos indeseables.
El problema actual se basa en un problema un tanto cultural o de costumbre y otro tanto de falta de información necesaria para poder cuidarse correctamente.
Evidentemente, la alimentación tiene mucho que ver, y en donde por un lado abundan los alimentos preparados con sal en exceso para la salud como, por ejemplo, las aceitunas, el maní salado, y algunos quesos, como para nombrar ejemplos fácilmente identificables, debemos sumarle el uso directo del salero para condimentar una comida, y en donde siempre se recomienda salar las comidas una vez finalizada su cocción para un mejor control de las cantidades, tratando de manejarse con moderación.
Por último, está la denominada “sal invisible” que se encuentra en productos que no dejan percibir un gusto salado pero que contienen cantidades notables de sodio, recordando que el problema de la sal es precisamente el sodio, con productos como los “enlatados”, algunos medicamentos, y por sobretodo algunos alimentos que, por contener un cierto sabor dulce, engañan a las papilas gustativas de la lengua y no dejan percibir la presencia de sal de sodio en la preparación, como es el ejemplo de las papas fritas, o ciertas galletas o masitas.
Por otro lado, la genética tiene su rol y las consecuencias podrían ser variables, tal es así que hay personas que se denominan sensibles a la sal, y por lo tanto el efecto nocivo es bastante mayor al producir lesiones microvasculares, sobre todo en los riñones, que luego pueden llegar a perpetuar un estado de hipertensión arterial.
En cuanto a las consecuencias del consumo exagerado de sal de sodio, se encuentra principalmente la de influir enormemente en el desarrollo de la hipertensión arterial, con sus consecuencias, y en el cáncer de estómago.
Es preocupante cómo las estadísticas nos revelan pacientes con hipertensión arterial más jóvenes y concretamente en niños.
Tan importante es este tema que se considera que por cada cucharadita de sal de más que se consuma, se duplica la posibilidad de un accidente cerebrovascular.
Por lo tanto, te recomiendo:
- consumir menos sal en la vida diaria, porque también debemos entender, que sin el agregado de sal de sodio muchos alimentos contienen el sodio suficiente;
- evitar los alimentos ya salados o consumirlos con moderación;
- buscar aderezos alternativos como el limón, vinagre, etc;
- y por último, consumir sales alternativas como son las sales de potasio (recordando que el potasio a la inversa del sodio ayuda a disminuir la presión arterial), y que para evitar el cambio de gusto se puede mezclar en un 50% con una sal común, sin olvidar de cuidarnos en las cantidades finales.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
viernes, 28 de octubre de 2011
Climaterio masculino
El climaterio masculino... ¿conlleva un mayor riesgo cardiovascular?
Con el paso de los años ocurre el inevitable fenómeno del envejecimiento, y en ese sentido es necesario recordar que existe en paralelo un nivel hormonal que también varía con el tiempo.
Es bien conocido por la población en general que en la mujer el fenómeno de la menopausia implica cambios en la calidad de vida y en su salud; pero es menester tener en cuenta que lejos de las creencias populares que ponen en dudas sobre la existencia de que en el sexo masculino también se observa un ciclo hormonal, en la actualidad existe evidencia científica seria que la considera de valor creciente, a tal punto de considerarlo como para un control de mayor necesidad a los fines de prevenir situaciones que alteren el estado de salud.
Así, llegar al período denominado andropausia o climaterio masculino, deja de ser sólo un fenómeno sicológico que afecta a algunos hombres, como habitualmente se cree.
Lo cierto es que, el nivel de las hormonas sexuales varía en sus distintos momentos y que además de influir en la calidad de vida de las personas referido al ámbito de la sexualidad, también puede influir en el estado de la salud general.
A partir de los 50 años de vida, en el hombre, en términos generales, comienza a declinar el nivel de testosterona, considerándose, que puede haber una disminución de aproximadamente un 40% entre los 50 y 80 años de edad, y esto es debido a que, con el paso de los años, se incrementa una proteína ligada a las hormonas sexuales y, por el otro, a una disminución progresiva de la producción de testosterona; proceso que se lleva a cabo con una mayor lentitud en comparación al período pos-menopáusico de la mujer.
Evidentemente, esta disminución hormonal genera una merma de sus efectos, por lo que es natural que disminuya la libido (deseo sexual), que aparezca la disfunción erectiva, junto a otros efectos generales, como cambios en la piel, en la fuerza muscular, en la masa muscular, cambios en el estado de ánimo que a veces lleva a una mayor irritabilidad, nerviosismo, ansiedad, alteraciones en el sueño, depresión, alteración en la memoria, e incremento en la posibilidad de desarrollar una osteoporosis, entre otras consecuencias.
Lo novedoso es que en la actualidad, y contrariamente a lo que se creía, a los cambios antes mencionados se le suma que también incide en producir mayor obesidad, aumenta la insulinorresistencia, altera el sistema de coagulación, disminuye el denominado colesterol bueno o HDL, e incrementa los triglicéridos, todos factores conocidos de riesgo de enfermedad coronaria; es por ello que hoy en día se considera que la testosterona podría ser considerada como uno de los nuevos factores de riesgo cardiovascular.
El diagnóstico resulta sencillo, pues lo que se necesita es realizar un dosaje de testosterona, cuyo valor a interpretar siempre será individual, ya que al margen de la edad cada uno tiene un nivel de testosterona y su declinación en el tiempo también depende de cada uno. De esta manera cuando hablamos de prevención, hablamos primero de conocerse uno mismo para poder entender a nuestro organismo y sus cambios en función del paso del tiempo.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Con el paso de los años ocurre el inevitable fenómeno del envejecimiento, y en ese sentido es necesario recordar que existe en paralelo un nivel hormonal que también varía con el tiempo.
Es bien conocido por la población en general que en la mujer el fenómeno de la menopausia implica cambios en la calidad de vida y en su salud; pero es menester tener en cuenta que lejos de las creencias populares que ponen en dudas sobre la existencia de que en el sexo masculino también se observa un ciclo hormonal, en la actualidad existe evidencia científica seria que la considera de valor creciente, a tal punto de considerarlo como para un control de mayor necesidad a los fines de prevenir situaciones que alteren el estado de salud.
Así, llegar al período denominado andropausia o climaterio masculino, deja de ser sólo un fenómeno sicológico que afecta a algunos hombres, como habitualmente se cree.
Lo cierto es que, el nivel de las hormonas sexuales varía en sus distintos momentos y que además de influir en la calidad de vida de las personas referido al ámbito de la sexualidad, también puede influir en el estado de la salud general.
A partir de los 50 años de vida, en el hombre, en términos generales, comienza a declinar el nivel de testosterona, considerándose, que puede haber una disminución de aproximadamente un 40% entre los 50 y 80 años de edad, y esto es debido a que, con el paso de los años, se incrementa una proteína ligada a las hormonas sexuales y, por el otro, a una disminución progresiva de la producción de testosterona; proceso que se lleva a cabo con una mayor lentitud en comparación al período pos-menopáusico de la mujer.
Evidentemente, esta disminución hormonal genera una merma de sus efectos, por lo que es natural que disminuya la libido (deseo sexual), que aparezca la disfunción erectiva, junto a otros efectos generales, como cambios en la piel, en la fuerza muscular, en la masa muscular, cambios en el estado de ánimo que a veces lleva a una mayor irritabilidad, nerviosismo, ansiedad, alteraciones en el sueño, depresión, alteración en la memoria, e incremento en la posibilidad de desarrollar una osteoporosis, entre otras consecuencias.
Lo novedoso es que en la actualidad, y contrariamente a lo que se creía, a los cambios antes mencionados se le suma que también incide en producir mayor obesidad, aumenta la insulinorresistencia, altera el sistema de coagulación, disminuye el denominado colesterol bueno o HDL, e incrementa los triglicéridos, todos factores conocidos de riesgo de enfermedad coronaria; es por ello que hoy en día se considera que la testosterona podría ser considerada como uno de los nuevos factores de riesgo cardiovascular.
El diagnóstico resulta sencillo, pues lo que se necesita es realizar un dosaje de testosterona, cuyo valor a interpretar siempre será individual, ya que al margen de la edad cada uno tiene un nivel de testosterona y su declinación en el tiempo también depende de cada uno. De esta manera cuando hablamos de prevención, hablamos primero de conocerse uno mismo para poder entender a nuestro organismo y sus cambios en función del paso del tiempo.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
domingo, 23 de octubre de 2011
El magnesio y la salud cardiovascular
¿Sabías que el magnesio mejora la salud cardiovascular?
El magnesio es uno de los elementos más abundantes de la naturaleza y tiene un efecto importante en la función cardíaca, mejorando su rendimiento y, sobretodo en pacientes con cardiopatía isquémica (con enfermedad coronaria), tanto en reposo como durante el ejercicio aeróbico.
Esto se demostró al observarse que este elemento antagoniza los efectos intracelulares del calcio en la célula miocárdica consiguiéndose una disminución del tono y de la presión arteriolar, por lo tanto, la sobrecarga del ventrículo izquierdo, además de ayudar a disminuir la posibilidad de arritmias cardíacas.
Es así que en los pacientes con hipertensión arterial muchas veces se encuentra déficit de magnesio, que, por otro lado, condiciona una mayor falta de memoria y mayor fatiga.
Puede encontrarse disminución de este elemento en situaciones como diarreas, en la diabetes, en quienes abusan del alcohol, o en deportistas.
Por lo que te sugiero consumir más legumbres, vegetales de hojas verdes, y eventualmente nueces, cacao, almendras o maíz que también ayudan a reponer las cantidades necesarias de magnesio.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
El magnesio es uno de los elementos más abundantes de la naturaleza y tiene un efecto importante en la función cardíaca, mejorando su rendimiento y, sobretodo en pacientes con cardiopatía isquémica (con enfermedad coronaria), tanto en reposo como durante el ejercicio aeróbico.
Esto se demostró al observarse que este elemento antagoniza los efectos intracelulares del calcio en la célula miocárdica consiguiéndose una disminución del tono y de la presión arteriolar, por lo tanto, la sobrecarga del ventrículo izquierdo, además de ayudar a disminuir la posibilidad de arritmias cardíacas.
Es así que en los pacientes con hipertensión arterial muchas veces se encuentra déficit de magnesio, que, por otro lado, condiciona una mayor falta de memoria y mayor fatiga.
Puede encontrarse disminución de este elemento en situaciones como diarreas, en la diabetes, en quienes abusan del alcohol, o en deportistas.
Por lo que te sugiero consumir más legumbres, vegetales de hojas verdes, y eventualmente nueces, cacao, almendras o maíz que también ayudan a reponer las cantidades necesarias de magnesio.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
viernes, 14 de octubre de 2011
Pancreatitis y sus síntomas
¿Qué es la pancreatitis?
Es una enfermedad que causa una inflamación en el parénquima (1) pancreático, esto produce un dolor permanente en el páncreas. El dolor de abdomen es uno de los síntomas típicos de esta enfermedad, se acompaña de náuseas, vómitos y malestar general entre otros.
Puede producir diabetes si la enfermedad afecta a los “Islotes de Langerhans” que es el lugar donde se sintetiza la insulina.
Existen dos tipos de pancreatitis síntomas que son: Pancreatitis aguda, en ésta se produce una inflamación aguda del páncreas que se resuelve con el tratamiento correcto, sin dejar marca alguna para un futuro. En un porcentaje muy alto se debe al alcoholismo y en un porcentaje más bajo se debe a infecciones, fármacos o similares.
El otro tipo de esta enfermedad es la Pancreatitis crónica, una infección mayor que, además, te deja el dolor aún después de ser corregida la causa.
En cualquiera de los dos casos la pancreatitis viene dada porque las enzimas del páncreas son activadas masivamente, causando la rotura de los tejidos y el sangrado alrededor de ellos.
Aporte de
Sonia del Álamo, Madrid, España
Contacto: webs.amigas.8@gmail.com
(1) Parénquima (del griego científico παρεγχυμα, "sustancia de los órganos") es un término histológico que tiene diferente significado según los tejidos estudiados sean animales o vegetales.
Tejido integrado por células poco diferenciadas, con las paredes poco engrosadas. En el parénquima se realiza lo esencial de la función de nutrición. Según la función se dividen en a) acuífero, que almacena agua; b) aerífero, que facilita la circulación del aire; c) clorofílico, encargado de la asimilación, sus células contienen cloroplastos; y d) de reserva, situado principalmente en los órganos de reserva.
Fuentes: http://es.thefreedictionary.com y http://es.wikipedia.org
Es una enfermedad que causa una inflamación en el parénquima (1) pancreático, esto produce un dolor permanente en el páncreas. El dolor de abdomen es uno de los síntomas típicos de esta enfermedad, se acompaña de náuseas, vómitos y malestar general entre otros.
Puede producir diabetes si la enfermedad afecta a los “Islotes de Langerhans” que es el lugar donde se sintetiza la insulina.
Existen dos tipos de pancreatitis síntomas que son: Pancreatitis aguda, en ésta se produce una inflamación aguda del páncreas que se resuelve con el tratamiento correcto, sin dejar marca alguna para un futuro. En un porcentaje muy alto se debe al alcoholismo y en un porcentaje más bajo se debe a infecciones, fármacos o similares.
El otro tipo de esta enfermedad es la Pancreatitis crónica, una infección mayor que, además, te deja el dolor aún después de ser corregida la causa.
En cualquiera de los dos casos la pancreatitis viene dada porque las enzimas del páncreas son activadas masivamente, causando la rotura de los tejidos y el sangrado alrededor de ellos.
Aporte de
Sonia del Álamo, Madrid, España
Contacto: webs.amigas.8@gmail.com
(1) Parénquima (del griego científico παρεγχυμα, "sustancia de los órganos") es un término histológico que tiene diferente significado según los tejidos estudiados sean animales o vegetales.
Tejido integrado por células poco diferenciadas, con las paredes poco engrosadas. En el parénquima se realiza lo esencial de la función de nutrición. Según la función se dividen en a) acuífero, que almacena agua; b) aerífero, que facilita la circulación del aire; c) clorofílico, encargado de la asimilación, sus células contienen cloroplastos; y d) de reserva, situado principalmente en los órganos de reserva.
Fuentes: http://es.thefreedictionary.com y http://es.wikipedia.org
Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
lunes, 10 de octubre de 2011
Qué es un M.A.P.A.?
La sigla M.A.P.A. significa "monitoreo ambulatorio de la presión arterial", también conocido como presurometría, y es un método de diagnóstico o de valoración de la presión arterial y que surge como necesidad para poder arribar a un diagnóstico más certero, y a entender cuál es el comportamiento de esa presión a lo largo de las 24 hs.
Es sabido que en este tema de la presión arterial, existe lo que se denomina un ritmo circadiano (1) en el cual normalmente la presión arterial varía a lo largo de las 24 hs, y en donde, por ejemplo, los niveles más elevados suelen encontrarse durante el período de despertar (a la madrugada) y al atardecer.
Para poder entender mejor su necesidad debemos recordar también que uno de los mayores problemas que existen en este aspecto de la medicina es la falta de un diagnóstico correcto, ya que el operador, o es una persona sin experiencia que tiene un aparato que no sabe manejar, o la persona que toma la presión arterial no tiene en cuenta algunos detalles técnicos, como por ejemplo, cómo colocar el manguito, o cómo considerar un valor de presión en función del estado emocional o de actividad física previa inmediata, lo que induce a errores de diagnóstico y por lo tanto de tratamiento.
A esto debemos agregarle la situación denominada de “guardapolvo blanco” o "de consultorio", en donde el paciente, por miedo o ansiedad, hace variar transitoriamente su registro de presión, hecho que se produce en uno de cada cuatro pacientes.
Por lo tanto, este método nos permite determinar la necesidad o no de prescribir una droga, sus dosis y horarios de administración.
Es así que, según el tipo de respuesta tensional, a los pacientes se los clasifica en “dippers", que son aquellos que tienen un descenso nocturno de su presión de entre un 10 a un 20%, lo que se considera como normal, pero hay un grupo de pacientes que no presentan esta disminución o lo hacen en menos de un 10%, y se los denomina como “no dippers” o con hipertensión nocturna, y que representa un 25% de los pacientes, los cuales tienen más riesgo de accidentes cerebrovasculares o de hipertrofia cardíaca (aumento en el grosor de la pared del corazón).
En el otro extremo, y tal vez por exceso de medicación o error en el horario de la toma, están los denominados “over dippers” que son aquellos que presentan una disminución de su presión arterial mayor al 20%, y son esos pacientes los que tienen lesiones cerebrales asintomáticas (infartos lacunares) (2) o eventos coronarios asintomáticos (isquemias silentes).
Otro grupo de pacientes está representado por los “pickers”, que son pacientes que si bien presentan un descenso nocturno de su presión, luego, al despertar, les aumenta rápidamente y esa situación representa un riesgo mayor de infarto y de accidente cerebrovascular.
Además de permitir conocer este tipo de reacciones de la presión arterial, este método nos permite calcular lo que denominamos la “carga tensional”, que es el porcentaje de tiempo que una persona tiene su presión arterial elevada, y el denominado efecto "pico-valle” de una droga, que nos permite conocer cuál es el efecto máximo (pico) de una droga y cuál es el efecto residual considerado a las 24 horas de tomada una medicación.
De esta manera, al margen de conocer el comportamiento de la presión arterial en 24 horas, nos permite saber cuál, cuánto y cómo utilizar la medicación; y es en función de éstos y otros datos que en la actualidad se prefiere utilizar drogas con efecto prolongado a los fines de obtener una mayor adherencia al tratamiento de nuestros pacientes.
Por último, es bueno también recordar que uno de cada cuatro pacientes tildados como resistentes a la medicación, tiene en el M.A.P.A. valores de presión considerados como normales.
Cada día conocemos más de nuestro cuerpo y cómo funciona, por lo que tener a disposición elementos de diagnóstico que brindan información útil, nos permite no sólo cuidar mejor nuestra salud, sino también manejar mejor sus problemas.
(1) Ritmo circadiano: En la biología, los ritmos circadianos (del latín "circa", que significa 'cerca' y "dies", que significa 'día') o ritmos biológicos, son oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Es sabido que en este tema de la presión arterial, existe lo que se denomina un ritmo circadiano (1) en el cual normalmente la presión arterial varía a lo largo de las 24 hs, y en donde, por ejemplo, los niveles más elevados suelen encontrarse durante el período de despertar (a la madrugada) y al atardecer.
Para poder entender mejor su necesidad debemos recordar también que uno de los mayores problemas que existen en este aspecto de la medicina es la falta de un diagnóstico correcto, ya que el operador, o es una persona sin experiencia que tiene un aparato que no sabe manejar, o la persona que toma la presión arterial no tiene en cuenta algunos detalles técnicos, como por ejemplo, cómo colocar el manguito, o cómo considerar un valor de presión en función del estado emocional o de actividad física previa inmediata, lo que induce a errores de diagnóstico y por lo tanto de tratamiento.
A esto debemos agregarle la situación denominada de “guardapolvo blanco” o "de consultorio", en donde el paciente, por miedo o ansiedad, hace variar transitoriamente su registro de presión, hecho que se produce en uno de cada cuatro pacientes.
Por lo tanto, este método nos permite determinar la necesidad o no de prescribir una droga, sus dosis y horarios de administración.
Es así que, según el tipo de respuesta tensional, a los pacientes se los clasifica en “dippers", que son aquellos que tienen un descenso nocturno de su presión de entre un 10 a un 20%, lo que se considera como normal, pero hay un grupo de pacientes que no presentan esta disminución o lo hacen en menos de un 10%, y se los denomina como “no dippers” o con hipertensión nocturna, y que representa un 25% de los pacientes, los cuales tienen más riesgo de accidentes cerebrovasculares o de hipertrofia cardíaca (aumento en el grosor de la pared del corazón).
En el otro extremo, y tal vez por exceso de medicación o error en el horario de la toma, están los denominados “over dippers” que son aquellos que presentan una disminución de su presión arterial mayor al 20%, y son esos pacientes los que tienen lesiones cerebrales asintomáticas (infartos lacunares) (2) o eventos coronarios asintomáticos (isquemias silentes).
Otro grupo de pacientes está representado por los “pickers”, que son pacientes que si bien presentan un descenso nocturno de su presión, luego, al despertar, les aumenta rápidamente y esa situación representa un riesgo mayor de infarto y de accidente cerebrovascular.
Además de permitir conocer este tipo de reacciones de la presión arterial, este método nos permite calcular lo que denominamos la “carga tensional”, que es el porcentaje de tiempo que una persona tiene su presión arterial elevada, y el denominado efecto "pico-valle” de una droga, que nos permite conocer cuál es el efecto máximo (pico) de una droga y cuál es el efecto residual considerado a las 24 horas de tomada una medicación.
De esta manera, al margen de conocer el comportamiento de la presión arterial en 24 horas, nos permite saber cuál, cuánto y cómo utilizar la medicación; y es en función de éstos y otros datos que en la actualidad se prefiere utilizar drogas con efecto prolongado a los fines de obtener una mayor adherencia al tratamiento de nuestros pacientes.
Por último, es bueno también recordar que uno de cada cuatro pacientes tildados como resistentes a la medicación, tiene en el M.A.P.A. valores de presión considerados como normales.
Cada día conocemos más de nuestro cuerpo y cómo funciona, por lo que tener a disposición elementos de diagnóstico que brindan información útil, nos permite no sólo cuidar mejor nuestra salud, sino también manejar mejor sus problemas.
“La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”.
(1) Ritmo circadiano: En la biología, los ritmos circadianos (del latín "circa", que significa 'cerca' y "dies", que significa 'día') o ritmos biológicos, son oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo.
(2) Infarto lacunar: A partir de los estudios de Miller Fisher, las lagunas o infartos lacunares (IL) se definen como un tipo de derrame cerebral isquémico caracterizado por lesiones de pequeño diámetro, no mayor de 20 mm, producido por oclusión en el territorio de distribución de las arterias perforantes del cerebro (lenticuloestriada, tálamoperforante o paramediana del tronco cerebral).
(3) Isquemia silente: Síndrome coronario crónico. Se debe a una reducción aterosclerótica del flujo coronario, lo cual impide incrementar el flujo coronario durante las situaciones que, como el ejercicio, precisan un aumento del mismo. (Silente: silencioso, sosegado, tranquilo).
Fuentes: geriatricas.com - wordreference.com - es.wikipedia.org
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
jueves, 6 de octubre de 2011
Diabetes
En la actualidad, la diabetes es una enfermedad que se encuentra en franco aumento en la población general y en íntima relación con otra enfermedad que también se encuentra en crecimiento continuo, como es la obesidad.
En la Argentina la prevalencia es del 8,6%, y en pacientes mayores de 60 años asciende al 20%, con cerca de 300.000.000 de pacientes diabéticos en el mundo, presentando una leve predisposición en el hombre con respecto a la mujer.
Se consideran dos tipos de diabetes, la tipo I que a su vez se divide en tipo A o autoinmune, porque en esta modalidad se considera un mecanismo relativamente conocido, y en donde las defensas o el sistema inmunológico juegan un rol fundamental, porque tal vez por exposición a ciertas infecciones virales o por exceso de limpieza a temprana edad que no permite un normal desarrollo inmunológico o por adicionar alimentos sólidos en los bebés prematuramente ( antes de los 4-6 meses), que puedan generar una respuesta anormal de las defensas, pueden terminar con el desarrollo de una respuesta defensiva contra el mismo organismo, y en este caso contra las células del páncreas que generan la hormona fundamental para el manejo de la glucemia o azúcar en la sangre, y de esta manera, al no haber suficiente cantidad de esta hormona se produce esta enfermedad.
Por otra parte, existe dentro de la tipo I, la tipo B, de la cual se desconoce su causa hasta el momento. Lo cierto, es que también bajo esta modalidad, se está demostrando que están sumando los nuevos casos con este tipo de diabetes, al punto de establecerse que ese incremento llega al 4% por año.
Por otro lado, la otra forma importante de esta enfermedad es la denominada tipo II, que representa al 90% de los diabéticos; es considerada como una enfermedad mucha más compleja que antes, ya que se la toma como una enfermedad de tipo metabólica al estar íntimamente relacionada con una serie de otras alteraciones, como la hipercolesterolemia, el ácido úrico elevado, la obesidad, trastornos de la coagulación, trastornos de las proteínas, entre otras, que tienen como consecuencia final el daño vascular (arterial), lo que genera el deterioro en prácticamente todos los órganos del cuerpo.
Tal es así, que hoy en día la obesidad, se convierte en el principal aliado del daño, de tal forma que a la cirugía bariátrica (cirugía para bajar de peso) se le está dando más importancia al efecto preventivo sobre el aparato cardiovascular que sobre el mero descenso del peso.
Frente a este panorama, es muy recomendable, no sólo apegarse a los hábitos de vida saludable como principal mecanismo para evitar esta enfermedad (hacer ejercicios, comer saludablemente, evitar fumar y el exceso de alcohol, entre otros aspectos), sino también hacerse un control de la glucemia (ver cómo está el nivel de azúcar en sangre).
Así es que a toda persona con igual o más de treinta (30) años se le recomienda hacerse por lo menos una glucemia en ayunas y luego cada cinco (5) años si el valor es normal; si además existen antecedentes hereditarios, este control debe hacerse a edad más temprana, o sea que no es necesario tener síntomas para detectar la diabetes, porque en la actualidad sabemos que pueden pasar hasta diez (10) años ejerciendo efectos nocivos sobre el aparato cardiovascular y no tener ningún síntoma, por lo que cuando éstos aparecen, ya es tarde.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
En la Argentina la prevalencia es del 8,6%, y en pacientes mayores de 60 años asciende al 20%, con cerca de 300.000.000 de pacientes diabéticos en el mundo, presentando una leve predisposición en el hombre con respecto a la mujer.
Se consideran dos tipos de diabetes, la tipo I que a su vez se divide en tipo A o autoinmune, porque en esta modalidad se considera un mecanismo relativamente conocido, y en donde las defensas o el sistema inmunológico juegan un rol fundamental, porque tal vez por exposición a ciertas infecciones virales o por exceso de limpieza a temprana edad que no permite un normal desarrollo inmunológico o por adicionar alimentos sólidos en los bebés prematuramente ( antes de los 4-6 meses), que puedan generar una respuesta anormal de las defensas, pueden terminar con el desarrollo de una respuesta defensiva contra el mismo organismo, y en este caso contra las células del páncreas que generan la hormona fundamental para el manejo de la glucemia o azúcar en la sangre, y de esta manera, al no haber suficiente cantidad de esta hormona se produce esta enfermedad.
Por otra parte, existe dentro de la tipo I, la tipo B, de la cual se desconoce su causa hasta el momento. Lo cierto, es que también bajo esta modalidad, se está demostrando que están sumando los nuevos casos con este tipo de diabetes, al punto de establecerse que ese incremento llega al 4% por año.
Por otro lado, la otra forma importante de esta enfermedad es la denominada tipo II, que representa al 90% de los diabéticos; es considerada como una enfermedad mucha más compleja que antes, ya que se la toma como una enfermedad de tipo metabólica al estar íntimamente relacionada con una serie de otras alteraciones, como la hipercolesterolemia, el ácido úrico elevado, la obesidad, trastornos de la coagulación, trastornos de las proteínas, entre otras, que tienen como consecuencia final el daño vascular (arterial), lo que genera el deterioro en prácticamente todos los órganos del cuerpo.
Tal es así, que hoy en día la obesidad, se convierte en el principal aliado del daño, de tal forma que a la cirugía bariátrica (cirugía para bajar de peso) se le está dando más importancia al efecto preventivo sobre el aparato cardiovascular que sobre el mero descenso del peso.
Frente a este panorama, es muy recomendable, no sólo apegarse a los hábitos de vida saludable como principal mecanismo para evitar esta enfermedad (hacer ejercicios, comer saludablemente, evitar fumar y el exceso de alcohol, entre otros aspectos), sino también hacerse un control de la glucemia (ver cómo está el nivel de azúcar en sangre).
Así es que a toda persona con igual o más de treinta (30) años se le recomienda hacerse por lo menos una glucemia en ayunas y luego cada cinco (5) años si el valor es normal; si además existen antecedentes hereditarios, este control debe hacerse a edad más temprana, o sea que no es necesario tener síntomas para detectar la diabetes, porque en la actualidad sabemos que pueden pasar hasta diez (10) años ejerciendo efectos nocivos sobre el aparato cardiovascular y no tener ningún síntoma, por lo que cuando éstos aparecen, ya es tarde.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
Insuficiencia cardiaca
Cardiología
Si entendemos que el aparato circulatorio depende de una “bomba” con función impelente y aspirante de ubicación central, en un circuito de vasos similares a una verdadera “cañería de distribución”, y si además comprendemos que esa máquina de bombear (corazón) está constituido básicamente por fibras musculares, podremos a la vez deducir que cualquier inconveniente que afecte el trabajo muscular de este órgano le va a generar deficiencias en su funcionamiento, y justamente eso es lo que ocurre con el corazón y la insuficiencia cardíaca, en donde los nutrientes y el oxígeno que circulan transportados por la sangre en algunos tejidos no llegarían y en otros lo harían con dificultad.
Uno de los aspectos importantes de este tema es que su prevalencia se encuentra en permanente aumento, por un lado por un incremento en la expectativa de vida debido a la incidencia de la tecnología, y por el otro, por el todavía permanente efecto de los factores de riesgo (como hipertensión arterial - hípercolesterolemia, etc.) que siguen dañando al corazón.
Si bien puede afectar a personas de cualquier edad, la mayor prevalencia la encontramos a partir de los 50 años de edad, considerándose que aproximadamente el 1% de la población tiene insuficiencia cardíaca, probabilidad que se incrementa con el paso de los años, y en donde nos encontramos que, por ejemplo, entre los 70 y 85 años la prevalencia se incrementa al 7%, y por encima de los 85 años llega al 15%.
Por otro lado, la insuficiencia cardíaca es una de las causas más frecuentes de hospitalización en mayores de 65 años.
En cuanto a sus causas, se destacan fundamentalmente todas aquellas situaciones en donde intervienen los factores de riesgo, así la coronariopatía y la hipertensión arterial encabezan la lista de los responsables de esta entidad, sin embargo existen otras causas menos comunes, como son las infecciones, y en donde debemos mencionar a la enfermedad de chagas, al sida y a las enfermedades virósicas, también deben mencionarse a los problemas en las válvulas cardíacas, al consumo de alcohol y a la diabetes.
Al diagnóstico se lo sospecha por los síntomas que esta afección genera, aunque es cierto que existen grados menores en donde esta enfermedad está presente y el paciente no tiene síntomas, y es en esos casos en donde el control periódico, con un profesional médico y con la tecnología actual, fácilmente puede llegar a pesquisarse esta entidad; cuando esta enfermedad progresa genera síntomas por la falla de la bomba y por la acumulación de líquidos aparecen los edemas en las piernas, y cuando éste líquido se acumula en los pulmones se produce la sensación de falta de aire, que se caracteriza por ser nocturna y durante esfuerzos leves, a esto se le suma la mayor diuresis (orina) nocturna, para luego agregarse otros síntomas como sensación de fatiga, mareos, palpitaciones, disminución del apetito.
Los métodos complementarios de diagnósticos son fundamentales, como una radiografía de tórax, un electrocardiograma, análisis de sangre y orina, y para un mayor detalle diagnóstico un ecocardiograma o doppler cardiaco.
En la actualidad existen tratamientos con muy buenos resultados, desde medicamentos de última generación, la rehabilitación cardíaca, pasando por las terapias de resincronización, la terapia génica, la asistencia mecánica o el transplante cardíaco.
Lo cierto es que es fundamental controlar los tradicionales factores de riesgo (evitar el sedentarismo, promover la alimentación saludable, controlar la presión arterial, control de las dislipemias, etc.) para evitar esta situación, ya que en la actualidad está claramente demostrado la relación existente entre la insuficiencia cardiaca y estos factores, que no sólo son causa sino que también marcan un pronóstico.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Si entendemos que el aparato circulatorio depende de una “bomba” con función impelente y aspirante de ubicación central, en un circuito de vasos similares a una verdadera “cañería de distribución”, y si además comprendemos que esa máquina de bombear (corazón) está constituido básicamente por fibras musculares, podremos a la vez deducir que cualquier inconveniente que afecte el trabajo muscular de este órgano le va a generar deficiencias en su funcionamiento, y justamente eso es lo que ocurre con el corazón y la insuficiencia cardíaca, en donde los nutrientes y el oxígeno que circulan transportados por la sangre en algunos tejidos no llegarían y en otros lo harían con dificultad.
Uno de los aspectos importantes de este tema es que su prevalencia se encuentra en permanente aumento, por un lado por un incremento en la expectativa de vida debido a la incidencia de la tecnología, y por el otro, por el todavía permanente efecto de los factores de riesgo (como hipertensión arterial - hípercolesterolemia, etc.) que siguen dañando al corazón.
Si bien puede afectar a personas de cualquier edad, la mayor prevalencia la encontramos a partir de los 50 años de edad, considerándose que aproximadamente el 1% de la población tiene insuficiencia cardíaca, probabilidad que se incrementa con el paso de los años, y en donde nos encontramos que, por ejemplo, entre los 70 y 85 años la prevalencia se incrementa al 7%, y por encima de los 85 años llega al 15%.
Por otro lado, la insuficiencia cardíaca es una de las causas más frecuentes de hospitalización en mayores de 65 años.
En cuanto a sus causas, se destacan fundamentalmente todas aquellas situaciones en donde intervienen los factores de riesgo, así la coronariopatía y la hipertensión arterial encabezan la lista de los responsables de esta entidad, sin embargo existen otras causas menos comunes, como son las infecciones, y en donde debemos mencionar a la enfermedad de chagas, al sida y a las enfermedades virósicas, también deben mencionarse a los problemas en las válvulas cardíacas, al consumo de alcohol y a la diabetes.
Al diagnóstico se lo sospecha por los síntomas que esta afección genera, aunque es cierto que existen grados menores en donde esta enfermedad está presente y el paciente no tiene síntomas, y es en esos casos en donde el control periódico, con un profesional médico y con la tecnología actual, fácilmente puede llegar a pesquisarse esta entidad; cuando esta enfermedad progresa genera síntomas por la falla de la bomba y por la acumulación de líquidos aparecen los edemas en las piernas, y cuando éste líquido se acumula en los pulmones se produce la sensación de falta de aire, que se caracteriza por ser nocturna y durante esfuerzos leves, a esto se le suma la mayor diuresis (orina) nocturna, para luego agregarse otros síntomas como sensación de fatiga, mareos, palpitaciones, disminución del apetito.
Los métodos complementarios de diagnósticos son fundamentales, como una radiografía de tórax, un electrocardiograma, análisis de sangre y orina, y para un mayor detalle diagnóstico un ecocardiograma o doppler cardiaco.
En la actualidad existen tratamientos con muy buenos resultados, desde medicamentos de última generación, la rehabilitación cardíaca, pasando por las terapias de resincronización, la terapia génica, la asistencia mecánica o el transplante cardíaco.
Lo cierto es que es fundamental controlar los tradicionales factores de riesgo (evitar el sedentarismo, promover la alimentación saludable, controlar la presión arterial, control de las dislipemias, etc.) para evitar esta situación, ya que en la actualidad está claramente demostrado la relación existente entre la insuficiencia cardiaca y estos factores, que no sólo son causa sino que también marcan un pronóstico.
Dr. José A. Nayi
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Morteros, Córdoba (R.A.)
Morteros, Córdoba, Argentina
martes, 27 de septiembre de 2011
El ronquido, el sueño y el riesgo cardiovascular
¿Qué relación existe entre el ronquido, el sueño y el riesgo cardiovascular?
Muchas veces tenemos la sensación que no hemos obtenido el reposo necesario durante las horas de sueño y, al contrario, pareciera que nos faltaría más horas de descanso para poder recomponernos del desgate de la actividad diaria, sensación cada vez más frecuente y en donde se suman situaciones como la de fatiga crónica, estrés, exceso de trabajo, exceso de compromisos; pero a pocos de nosotros se nos ocurre pensar que tal vez nuestras horas de sueño no han sido las adecuadas.
Así comienza a tomar importancia la denominada “apnea del sueño” entendiéndose como tal a la interrupción intermitente del flujo de aire en la nariz y la boca durante el sueño. En general, se consideran importantes las interrupciones de más de diez (10) segundos, pero la mayoría presentan apneas de entre veinte y treinta (20 y 30) segundos, con algunas situaciones más serias con apneas de hasta dos o tres (2 ó 3) minutos.
La importancia de este síndrome radica en la somnolencia diurna que genera y de su asociación con el aumento en el riesgo cardiovascular. La primera se observa inicialmente durante las actividades pasivas, como leyendo o viendo televisión, para luego aparecer durante actividades que puedan generar riesgos mayores, como durante la conducción de vehículos, a tal punto que varios estudios han demostrado que los accidentes de tránsito son de dos a siete veces más frecuente en los roncadores en comparación con aquellos que no lo son. A todo esto se le suma la disfunción intelectual, la falta de memoria y hasta alteraciones de la personalidad.
En cuanto a su efecto cardiovascular, se observa una notable variación de la frecuencia cardíaca con bradicardias de treinta a cincuenta (30 a 50) latidos, seguido de taquicardias que pueden llegar a noventa o ciento veinte (90 ó 120) latidos por minuto, variaciones que predisponen a la aparición de arritmias cardíacas de alto riesgo, sumado al hecho a que en general estos pacientes suelen tener cifras de tensión arterial nocturnas más elevadas, con una mayor predisposición para precipitar un evento isquémico coronario (infarto de miocardio) o descompensar una insuficiencia cardíaca.
Si bien su prevalencia se encuentra en aumento, en la actualidad se considera que el 2% de las mujeres y el 4% de los hombres de mediana edad presentan este cuadro. Estas apneas pueden ser de origen central (sistema nervioso central) u obstructiva, en el tracto respiratorio superior.
En la apnea obstructiva, la obstrucción a nivel de la oro-faringe genera una situación de asfixia que hace despertar al paciente brevemente, para luego continuar con el sueño, con secuencias de despertar/sueño de hasta cuatrocientas o quinientas (400 ó 500) veces en una noche, lo que determina una fragmentación del sueño.
Esta situación puede verse agravada por la ingesta de alcohol, debido al efecto depresor sobre los músculos de las vías respiratorias, o por la obesidad, por aumentar el depósito de grasa en los tejidos blandos de la faringe, o por comprimir la faringe por grasa superficial del cuello.
Ese estrechamiento para el paso del aire es lo que genera el ronquido, y su diagnóstico, si bien es eminentemente clínico, puede comprobarse u objetivarse a través de un estudio denominado polisomnografia o la medida de saturación de oxígeno durante la noche.
Como consejo sugiero evitar la obesidad o el sobrepeso, evitar el consumo de cigarrillo y de alcohol, evitar dormir en posición supina (boca arriba) e intentar hacerlo en decúbito lateral (de costado), y siempre consultá a un especialista en nariz-garganta para que determine la presencia de alguna obstrucción de las vías respiratorias altas.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Muchas veces tenemos la sensación que no hemos obtenido el reposo necesario durante las horas de sueño y, al contrario, pareciera que nos faltaría más horas de descanso para poder recomponernos del desgate de la actividad diaria, sensación cada vez más frecuente y en donde se suman situaciones como la de fatiga crónica, estrés, exceso de trabajo, exceso de compromisos; pero a pocos de nosotros se nos ocurre pensar que tal vez nuestras horas de sueño no han sido las adecuadas.
Así comienza a tomar importancia la denominada “apnea del sueño” entendiéndose como tal a la interrupción intermitente del flujo de aire en la nariz y la boca durante el sueño. En general, se consideran importantes las interrupciones de más de diez (10) segundos, pero la mayoría presentan apneas de entre veinte y treinta (20 y 30) segundos, con algunas situaciones más serias con apneas de hasta dos o tres (2 ó 3) minutos.
La importancia de este síndrome radica en la somnolencia diurna que genera y de su asociación con el aumento en el riesgo cardiovascular. La primera se observa inicialmente durante las actividades pasivas, como leyendo o viendo televisión, para luego aparecer durante actividades que puedan generar riesgos mayores, como durante la conducción de vehículos, a tal punto que varios estudios han demostrado que los accidentes de tránsito son de dos a siete veces más frecuente en los roncadores en comparación con aquellos que no lo son. A todo esto se le suma la disfunción intelectual, la falta de memoria y hasta alteraciones de la personalidad.
En cuanto a su efecto cardiovascular, se observa una notable variación de la frecuencia cardíaca con bradicardias de treinta a cincuenta (30 a 50) latidos, seguido de taquicardias que pueden llegar a noventa o ciento veinte (90 ó 120) latidos por minuto, variaciones que predisponen a la aparición de arritmias cardíacas de alto riesgo, sumado al hecho a que en general estos pacientes suelen tener cifras de tensión arterial nocturnas más elevadas, con una mayor predisposición para precipitar un evento isquémico coronario (infarto de miocardio) o descompensar una insuficiencia cardíaca.
Si bien su prevalencia se encuentra en aumento, en la actualidad se considera que el 2% de las mujeres y el 4% de los hombres de mediana edad presentan este cuadro. Estas apneas pueden ser de origen central (sistema nervioso central) u obstructiva, en el tracto respiratorio superior.
En la apnea obstructiva, la obstrucción a nivel de la oro-faringe genera una situación de asfixia que hace despertar al paciente brevemente, para luego continuar con el sueño, con secuencias de despertar/sueño de hasta cuatrocientas o quinientas (400 ó 500) veces en una noche, lo que determina una fragmentación del sueño.
Esta situación puede verse agravada por la ingesta de alcohol, debido al efecto depresor sobre los músculos de las vías respiratorias, o por la obesidad, por aumentar el depósito de grasa en los tejidos blandos de la faringe, o por comprimir la faringe por grasa superficial del cuello.
Ese estrechamiento para el paso del aire es lo que genera el ronquido, y su diagnóstico, si bien es eminentemente clínico, puede comprobarse u objetivarse a través de un estudio denominado polisomnografia o la medida de saturación de oxígeno durante la noche.
Como consejo sugiero evitar la obesidad o el sobrepeso, evitar el consumo de cigarrillo y de alcohol, evitar dormir en posición supina (boca arriba) e intentar hacerlo en decúbito lateral (de costado), y siempre consultá a un especialista en nariz-garganta para que determine la presencia de alguna obstrucción de las vías respiratorias altas.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Hemorragia cerebral
Factores de riesgo de hemorragia cerebral
Estudios recientes han demostrado que existen ciertos factores o situaciones que incrementan el riesgo de presentar una hemorragia cerebral en pacientes con riesgo, recordando que aproximadamente entre un 2% al 3% de la población presenta un aneurisma cerebral que no sabe que lo tiene, porque en general son asintomáticos.
Por ello siempre será importante que tengas en cuenta que existen situaciones que incrementan el riesgo de complicaciones, que en orden de importancia serían:
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Estudios recientes han demostrado que existen ciertos factores o situaciones que incrementan el riesgo de presentar una hemorragia cerebral en pacientes con riesgo, recordando que aproximadamente entre un 2% al 3% de la población presenta un aneurisma cerebral que no sabe que lo tiene, porque en general son asintomáticos.
Por ello siempre será importante que tengas en cuenta que existen situaciones que incrementan el riesgo de complicaciones, que en orden de importancia serían:
- El consumo de café
- El ejercicio físico intenso o abrupto
- Sonarse la nariz de manera exagerada
- Tener relaciones sexuales
- Realizar fuerza prolongada y/o intensa para defecar
- Consumir bebidas “colas”.
- modera el consumo de café,
- realiza ejercicios físicos en forma progresiva y controlada,
- usa laxantes o alimentos que te ayuden a normalizar el ritmo de evacuación, y
- consume con moderación bebidas colas.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
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martes, 30 de agosto de 2011
Y la gripe?
Virus tipo A; virus tipo H1N1-H3N2; virus tipo H1N2; virus tipo B.
Si bien estamos en época de contraer gripe, pareciera que el furor preventivo quedó lejos y en el olvido, como cuando un tiempo atrás todos estábamos involucrados en el uso masivo de un barbijo, o del alcohol en las manos, acompañado de campañas publicitarias que nos enseñaban -entre otras cosas- a cómo estornudar o toser.
Claro, fue en el marco de una pandemia (1) que nos surgió el alerta general, pero pareciera que nos hemos olvidado de esta enfermedad que tiene características muy particulares.
Para comprender mejor a esta patología debemos recordar que es una enfermedad infecto-contagiosa, de presentación aguda, autolimitada y que es generada por un virus denominado influenza (2).
Este virus presenta a un tipo A que se caracteriza por ser estacional (predominio en época invernal), y del cual se conocen al tipo H1N1-H3N2 y al subtipo H1N2, con la característica de compartir como reservorio a los animales; de ahí las gripes porcinas o aviar. Y al virus tipo B, que puede generar la infección en cualquier época del año.
Estos virus presentan la particularidad de padecer cambios o mutaciones que si son “menores” son las responsables de las epidemias (3), y las mutaciones mayores son responsables de las pandemias. Las últimas pandemias fueron en España en el año 1918, luego en Asia en el año 1957, y en el año 1968 en China. La gran contagiosidad de esta enfermedad se debe a la transmisión por vía aérea, por la que a través del estornudo o la tos se esparcen los virus, que al estar en contacto con otra persona lo puede contagiar; sinó el virus puede permanecer en objetos inanimados por un término de 7 a 10 días.
La capacidad de contagio se adquiere ya dentro del período de incubación (asintomática) que dura de entre 2 a 5 días, con un período de enfermedad de entre 7 a 10 días, que cuando se dá en un paciente inmunodeprimido (diabético o con enfermedad pulmonar crónica) el período puede extenderse hasta en 15 días.
Es importante también distinguir un resfrío en donde la repercusión sobre la salud es distinta ya que ésta sólo genera una rinitis, estornudos, y tos, con un comienzo más lento y menos duración y afectación general; en cambio en la gripe el comienzo es más abrupto, con fiebre elevada, dolor muscular y articular, cefalea, con faringitis y muchas veces determinando una neumonía o bronquitis y con posibilidad de descompensar otras patologías co-existentes.
Las complicaciones que determinan probabilidad de muerte, internación, están dadas por la extensión de la enfermedad a una neumonía viral, neumonía bacteriana secundaria, miopatías, miocarditis, pericarditis, encefalitis, síndrome de Guillian – Barré o complicaciones como el Sindrome de Reye, cuando a la gripe se le combina el uso de ácido acetil-salicílico (aspirina) en niños de 4 a 12 años.
Así, podemos definir a las poblaciones de riesgo:
La gripe incrementa en 2,5 veces el riesgo de accidente cerebrovascular, de un infarto de miocardio en 1,8 veces, la posibilidad de bronquitis en un 30%, y la probabilidad de una neumonía en un 38%.
La probabilidad de una internación se duplica cuando existe alguna co-morbilidad como las antes mencionadas, pero particularmente en los diabéticos el riesgo de internación por descompensación se incrementa seis veces.
Siempre toda medida preventiva en salud es considerada importante, pero en la gripe y por ser una enfermedad viral en la cual no hay hasta la fecha un tratamiento etiológico, las mediadas preventivas son de vital importancia, y en este sentido nos tenemos que referir a que la higiene de manos, en la manera de toser o estornudar para evitar esparcir el virus, el uso del pañuelo descartable y el aislamiento de una persona con gripe de lugares de gran concurrencia de personas, y el evitar el contacto con personas con otras patologías, son vitales.
Luego, sin dudas, que la vacunación se convierte en la actualidad en una de las medidas más importantes, puesto que previene en un 40% la posibilidad de gripe en los grupos de riesgo, y de entre un 70% a un 90% en el resto de la población, puesto que su efectividad depende de la edad del paciente y del estado de salud general.
Pero lo más importante es que la vacunación disminuye la posibilidad de internación en un 30% al 70% y de una neumonía en un 70%, con una reducción de la mortalidad de hasta un 80% en las personas ubicadas en geriátricos. La efectividad de la vacuna comienza a las 2 semanas y dura hasta 12 o 15 meses. Dada la posibilidad de mutación del virus, es recomendable verificar que las vacunas estén actualizadas.
(1) Pandemia: Enfermedad que se extiende a muchos países o que ataca a la mayoría de los habitantes de una población.
(2) Influenza: Gripe.
(3) Epidemia: Enfermedad infecciosa que durante un periodo de tiempo ataca, simultáneamente y en un mismo territorio, a gran número de personas.
(4) Comorbilidad: En medicina, la comorbilidad describe el efecto de una enfermedad o enfermedades en un paciente cuya enfermedad primaria es otra distinta. El término fue acuñado por Alvan R. Fenstein (Philadelphia, EE.UU) en 1970, y se refiere a dos conceptos: La presencia de uno o más trastornos (o enfermedades) además de la enfermedad o trastorno primario, y al efecto de éstos trastornos o enfermedades adicionales.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Si bien estamos en época de contraer gripe, pareciera que el furor preventivo quedó lejos y en el olvido, como cuando un tiempo atrás todos estábamos involucrados en el uso masivo de un barbijo, o del alcohol en las manos, acompañado de campañas publicitarias que nos enseñaban -entre otras cosas- a cómo estornudar o toser.
Claro, fue en el marco de una pandemia (1) que nos surgió el alerta general, pero pareciera que nos hemos olvidado de esta enfermedad que tiene características muy particulares.
Para comprender mejor a esta patología debemos recordar que es una enfermedad infecto-contagiosa, de presentación aguda, autolimitada y que es generada por un virus denominado influenza (2).
Este virus presenta a un tipo A que se caracteriza por ser estacional (predominio en época invernal), y del cual se conocen al tipo H1N1-H3N2 y al subtipo H1N2, con la característica de compartir como reservorio a los animales; de ahí las gripes porcinas o aviar. Y al virus tipo B, que puede generar la infección en cualquier época del año.
Estos virus presentan la particularidad de padecer cambios o mutaciones que si son “menores” son las responsables de las epidemias (3), y las mutaciones mayores son responsables de las pandemias. Las últimas pandemias fueron en España en el año 1918, luego en Asia en el año 1957, y en el año 1968 en China. La gran contagiosidad de esta enfermedad se debe a la transmisión por vía aérea, por la que a través del estornudo o la tos se esparcen los virus, que al estar en contacto con otra persona lo puede contagiar; sinó el virus puede permanecer en objetos inanimados por un término de 7 a 10 días.
La capacidad de contagio se adquiere ya dentro del período de incubación (asintomática) que dura de entre 2 a 5 días, con un período de enfermedad de entre 7 a 10 días, que cuando se dá en un paciente inmunodeprimido (diabético o con enfermedad pulmonar crónica) el período puede extenderse hasta en 15 días.
Es importante también distinguir un resfrío en donde la repercusión sobre la salud es distinta ya que ésta sólo genera una rinitis, estornudos, y tos, con un comienzo más lento y menos duración y afectación general; en cambio en la gripe el comienzo es más abrupto, con fiebre elevada, dolor muscular y articular, cefalea, con faringitis y muchas veces determinando una neumonía o bronquitis y con posibilidad de descompensar otras patologías co-existentes.
Las complicaciones que determinan probabilidad de muerte, internación, están dadas por la extensión de la enfermedad a una neumonía viral, neumonía bacteriana secundaria, miopatías, miocarditis, pericarditis, encefalitis, síndrome de Guillian – Barré o complicaciones como el Sindrome de Reye, cuando a la gripe se le combina el uso de ácido acetil-salicílico (aspirina) en niños de 4 a 12 años.
Así, podemos definir a las poblaciones de riesgo:
- Mayores de 65 años
- Niños de 6 meses a 6 años
- Embarazadas
- Personas con comorbilidades importantes como asma-bronquitis crónica; fumadores; con insuficiencia cardíaca; con enfermedad coronaria; con diabetes; con enfermedades neuromusculares; con insuficiencia renal.
La gripe incrementa en 2,5 veces el riesgo de accidente cerebrovascular, de un infarto de miocardio en 1,8 veces, la posibilidad de bronquitis en un 30%, y la probabilidad de una neumonía en un 38%.
La probabilidad de una internación se duplica cuando existe alguna co-morbilidad como las antes mencionadas, pero particularmente en los diabéticos el riesgo de internación por descompensación se incrementa seis veces.
Siempre toda medida preventiva en salud es considerada importante, pero en la gripe y por ser una enfermedad viral en la cual no hay hasta la fecha un tratamiento etiológico, las mediadas preventivas son de vital importancia, y en este sentido nos tenemos que referir a que la higiene de manos, en la manera de toser o estornudar para evitar esparcir el virus, el uso del pañuelo descartable y el aislamiento de una persona con gripe de lugares de gran concurrencia de personas, y el evitar el contacto con personas con otras patologías, son vitales.
Luego, sin dudas, que la vacunación se convierte en la actualidad en una de las medidas más importantes, puesto que previene en un 40% la posibilidad de gripe en los grupos de riesgo, y de entre un 70% a un 90% en el resto de la población, puesto que su efectividad depende de la edad del paciente y del estado de salud general.
Pero lo más importante es que la vacunación disminuye la posibilidad de internación en un 30% al 70% y de una neumonía en un 70%, con una reducción de la mortalidad de hasta un 80% en las personas ubicadas en geriátricos. La efectividad de la vacuna comienza a las 2 semanas y dura hasta 12 o 15 meses. Dada la posibilidad de mutación del virus, es recomendable verificar que las vacunas estén actualizadas.
(1) Pandemia: Enfermedad que se extiende a muchos países o que ataca a la mayoría de los habitantes de una población.
(2) Influenza: Gripe.
(3) Epidemia: Enfermedad infecciosa que durante un periodo de tiempo ataca, simultáneamente y en un mismo territorio, a gran número de personas.
(4) Comorbilidad: En medicina, la comorbilidad describe el efecto de una enfermedad o enfermedades en un paciente cuya enfermedad primaria es otra distinta. El término fue acuñado por Alvan R. Fenstein (Philadelphia, EE.UU) en 1970, y se refiere a dos conceptos: La presencia de uno o más trastornos (o enfermedades) además de la enfermedad o trastorno primario, y al efecto de éstos trastornos o enfermedades adicionales.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
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E-mail: josenayi@hotmail.com
Carótidas
Las arterias carótidas son dos grandes vasos que se encuentran en el cuello y que suministran sangre al cerebro proveniente.
Como con cualquier otra arteria del organismo, si existe una enfermedad en la arteria carótida, la arteria se estrecha, generalmente por la arterioesclerosis. Esto es la acumulación de colesterol y otros materiales en una arteria. Si un coágulo de sangre se adhiere a las paredes de las arterias estrechadas, la sangre no puede llegar al cerebro.
La enfermedad de la arteria carótida no suele causar síntomas, pero existen pruebas que le indican al médico su presencia. Si se conoce que en el organismo hay algún problema arterial, como por ejemplo en las arterias coronarias, se deben investigar estas arterias, considerando la relación estadística entre ambas.
Sin dudas que el interrogatorio sobre los factores de riesgo para esta patología y un examen físico adecuado, realizado por un profesional médico entrenado, orientaran sobre cómo evaluar a las mismas.
En este sentido, hoy en día se cuenta con un método de diagnóstico, como es un examen de ultrasonido que muestra qué tan bien está circulando la sangre a través de las arterias carótidas y cuál es el estado de la pared arterial, en busca desde un engrosamiento de su pared hasta la presencia de placas de colesterol, por lo que esta valoración tiene un significado no sólo de diagnóstico, sino también de pronóstico.
El examen se realiza en un laboratorio vascular y por profesionales correctamente entrenados e idóneos en el tema. El método es indoloro, no requiere preparación previa, y no es necesario inyectar sustancia alguna, a usted sólo se le solicitará que se acueste boca arriba y con la cabeza apoyada, luego el médico le aplicará un gel hidrosoluble sobre la piel, y pasa suavemente sobre el área de las arterias carótidas en el cuello, un dispositivo manual, llamado transductor.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
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E-mail: josenayi@hotmail.com
Como con cualquier otra arteria del organismo, si existe una enfermedad en la arteria carótida, la arteria se estrecha, generalmente por la arterioesclerosis. Esto es la acumulación de colesterol y otros materiales en una arteria. Si un coágulo de sangre se adhiere a las paredes de las arterias estrechadas, la sangre no puede llegar al cerebro.
La enfermedad de la arteria carótida no suele causar síntomas, pero existen pruebas que le indican al médico su presencia. Si se conoce que en el organismo hay algún problema arterial, como por ejemplo en las arterias coronarias, se deben investigar estas arterias, considerando la relación estadística entre ambas.
Sin dudas que el interrogatorio sobre los factores de riesgo para esta patología y un examen físico adecuado, realizado por un profesional médico entrenado, orientaran sobre cómo evaluar a las mismas.
En este sentido, hoy en día se cuenta con un método de diagnóstico, como es un examen de ultrasonido que muestra qué tan bien está circulando la sangre a través de las arterias carótidas y cuál es el estado de la pared arterial, en busca desde un engrosamiento de su pared hasta la presencia de placas de colesterol, por lo que esta valoración tiene un significado no sólo de diagnóstico, sino también de pronóstico.
El examen se realiza en un laboratorio vascular y por profesionales correctamente entrenados e idóneos en el tema. El método es indoloro, no requiere preparación previa, y no es necesario inyectar sustancia alguna, a usted sólo se le solicitará que se acueste boca arriba y con la cabeza apoyada, luego el médico le aplicará un gel hidrosoluble sobre la piel, y pasa suavemente sobre el área de las arterias carótidas en el cuello, un dispositivo manual, llamado transductor.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
sábado, 27 de agosto de 2011
Sedentarismo
El sedentarismo forma parte de la naturaleza misma del ser humano, y por la calidad biológica de éste, está en constante cambio. Por lo tanto, está transformándose permanentemente. Debemos recordar que el estado de salud implica una situación de continuo cambio o adaptación con el medio ambiente. Por ello, no se puede dejar de mencionar que la actividad física forma parte de uno de los aspectos más importantes en nuestras vidas: cómo y cuánto de actividad física realizamos.
Sin dudas, que los modos de vida moderna con sus hábitos de tiempos cortos o por la tecnología en nuestras manos, limitan en muchas ocasiones una vida activa físicamente con sus consecuencias en la salud.
Así, el sedentarismo se convierte en un factor de riesgo mayor e independiente de enfermedad cardiovascular, a tal punto que en pacientes sedentarios el riesgo de enfermedad coronaria es el doble con respecto a los que practican alguna actividad física en forma rutinaria, tal es así que se considera que un gasto calórico de 2.500 calorías disminuye en un 45% la mortalidad cardiovascular.
Hay una relación entre dosis de actividad física y respuesta, en el sentido que, a mayor actividad física, menor riesgo de enfermedad coronaria, siempre y cuando se respeten los límites determinados por el nivel de entrenamiento, la edad, y el estado de salud general.
Desde otro punto de vista, también es cierto que la actividad física presenta utilidad en todos los grupos etarios, por lo que la edad no es un impedimento. Es sabido que, en promedio, a partir de los 30 años el cuerpo humano comienza a disminuir su rendimiento físico, y que su aceleración -al margen de su predisposición genética- y el nivel de ejercicio físico, actúan en forma fehaciente a favor de disminuir esa declinación natural.
Por otro lado, cuando una persona presenta enfermedades, si realiza ejercicios físicos también tendrá sus efectos beneficiosos, siempre que esté guiada por un profesional de la salud, quien sabrá orientar y aconsejar sobre la intensidad, tiempo y precauciones a tomar cuando decida ejercer alguna actividad recreativa con el menor riesgo posible.
Por ello, es que en la actualidad la actividad física no sólo representa un hábito que actúa como preventivo de enfermedad cardiovascular, sino que también forma parte complementaria de otros tratamientos, de modo tal que hoy a la actividad física se la considera como a un verdadero "fitness" metabólico, ya que disminuye la tasa de obesidad; mejora la acción de la insulina; mejora y estabiliza los niveles de tensión arterial -tanto sistólica como diastólica (máxima y mínima); ayuda a disminuir los niveles de colesterol total, incrementando el nivel del colesterol bueno o HDL; para quienes fuman también ayuda a dejar el hábito del cigarrillo; es un modulador de la función endotelial, que hoy en día se sabe interviene en el mantenimiento del normal funcionamiento vascular; aumenta la densidad capilar (mejora la irrigación); y por último, también tiene claros efecto benéficos sobre el estado de ánimo, convirtiéndose en el mejor anti-estrés y en el peor de los casos ayuda a tolerar mejor cualquier situación de estrés.
Como conclusión podemos decir que no sólo es altamente recomendable la actividad física como elemento de prevención, sino también como mejorador de otras varias enfermedades. Y no es una cuestión de costos o de equipos especiales, es sólo una cuestión de actitud de querer mantenerse sanos.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
Sin dudas, que los modos de vida moderna con sus hábitos de tiempos cortos o por la tecnología en nuestras manos, limitan en muchas ocasiones una vida activa físicamente con sus consecuencias en la salud.
Así, el sedentarismo se convierte en un factor de riesgo mayor e independiente de enfermedad cardiovascular, a tal punto que en pacientes sedentarios el riesgo de enfermedad coronaria es el doble con respecto a los que practican alguna actividad física en forma rutinaria, tal es así que se considera que un gasto calórico de 2.500 calorías disminuye en un 45% la mortalidad cardiovascular.
Hay una relación entre dosis de actividad física y respuesta, en el sentido que, a mayor actividad física, menor riesgo de enfermedad coronaria, siempre y cuando se respeten los límites determinados por el nivel de entrenamiento, la edad, y el estado de salud general.
Desde otro punto de vista, también es cierto que la actividad física presenta utilidad en todos los grupos etarios, por lo que la edad no es un impedimento. Es sabido que, en promedio, a partir de los 30 años el cuerpo humano comienza a disminuir su rendimiento físico, y que su aceleración -al margen de su predisposición genética- y el nivel de ejercicio físico, actúan en forma fehaciente a favor de disminuir esa declinación natural.
Por otro lado, cuando una persona presenta enfermedades, si realiza ejercicios físicos también tendrá sus efectos beneficiosos, siempre que esté guiada por un profesional de la salud, quien sabrá orientar y aconsejar sobre la intensidad, tiempo y precauciones a tomar cuando decida ejercer alguna actividad recreativa con el menor riesgo posible.
Por ello, es que en la actualidad la actividad física no sólo representa un hábito que actúa como preventivo de enfermedad cardiovascular, sino que también forma parte complementaria de otros tratamientos, de modo tal que hoy a la actividad física se la considera como a un verdadero "fitness" metabólico, ya que disminuye la tasa de obesidad; mejora la acción de la insulina; mejora y estabiliza los niveles de tensión arterial -tanto sistólica como diastólica (máxima y mínima); ayuda a disminuir los niveles de colesterol total, incrementando el nivel del colesterol bueno o HDL; para quienes fuman también ayuda a dejar el hábito del cigarrillo; es un modulador de la función endotelial, que hoy en día se sabe interviene en el mantenimiento del normal funcionamiento vascular; aumenta la densidad capilar (mejora la irrigación); y por último, también tiene claros efecto benéficos sobre el estado de ánimo, convirtiéndose en el mejor anti-estrés y en el peor de los casos ayuda a tolerar mejor cualquier situación de estrés.
Como conclusión podemos decir que no sólo es altamente recomendable la actividad física como elemento de prevención, sino también como mejorador de otras varias enfermedades. Y no es una cuestión de costos o de equipos especiales, es sólo una cuestión de actitud de querer mantenerse sanos.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
Especialista en Cardiología
Master en Medicina Vascular
E-mail: josenayi@hotmail.com
jueves, 11 de agosto de 2011
El estrés y la salud
Cuando nos referimos a estados de salud, y basados en el clásico concepto de bienestar biológico, sicológico y social, muchas veces nos olvidamos que existe una verdadera integralidad entre lo que nos ocurre emocionalmente y sus consecuencias biológicas.
Así, todo cambio emocional influye directamente en el estado funcional de todo nuestro organismo; en ese contexto es que el estrés, que cada vez es más intenso en nuestras vidas cotidianas, pasa a ser un nuevo factor de riesgo para la salud.
De hecho, en cada Congreso de Medicina el tema estrés abarca un espacio cada vez mayor.
Podemos, entonces pasar a definir al estrés como a la respuesta fisiológica, sicológica y de comportamiento de una persona que busca adaptarse a presiones internas y externas.
De todos modos, debemos también aclarar que el estrés forma parte de nuestra naturaleza y es lo que nos permite defendernos de todo tipo de agresiones, desde físicas a sicológicas.
Por lo tanto, es necesario distinguir el estrés normal o positivo del estrés negativo, determinado por la intensidad exagerada de la agresión o de la reacción, o de su cronicidad en el tiempo.
El estrés, entonces, puede desencadenar eventos cardiovasculares en pacientes con otros factores de riesgo pre-existentes como la hipertensión arterial o la dislipemia (1) generando un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular, o incentivar el desarrollo de factores de riesgo al estimularse hábitos de vida no saludables como el sedentarismo, el alcohol o el cigarrillo.
Pero la problemática del estrés no termina aquí, sino que por sí mismo se suceden cambios neuro-hormonales perjudiciales, en donde interviene el eje hipotálamo – hipofisiario – suprarrenal, que libera sustancias que incrementan la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, alteran la vasomoción al generar disfunción endotelial, aumenta la agregación plaquetaria, lo que predispone a las trombosis, incremento de la grasa abdominal, alteración de las grasas en la sangre (dislipemia aterogénica), e insulinorresistencia, que incrementa, entre otras situaciones, la posibilidad de desarrollar diabetes, y una disminución del umbral arritmogénico que nos predispone a arritmias de alto riesgo, todos cambios con probables consecuencias de alto riesgo.
Todos estos cambios fueron estudiados convenientemente al compararse con estudios que habitualmente hacemos los cardiólogos para diagnosticar una enfermedad coronaria, como la ergometría, la cámara gamma, el holter cardíaco, el holter de presión y el ecodoppler cardíaco, en donde se demostró que los pacientes con enfermedad coronaria asintomática tenían cambios isquémicos similares a los pacientes estresados, con la diferencia que, si bien la tensión arterial aumentaba tanto en el estrés como en el ejercicio, durante el estrés la frecuencia cardiaca no aumentaba en forma proporcional al aumento de la tensión arterial.
En términos generales se dice que las personas con estrés crónico desarrollan un incremento del 54% más de riesgo de eventos cardiovasculares con respecto a quienes no lo poseen.
Pero no sólo el aparato cardiovascular padece de sus consecuencias, sino que también se generan mayor cantidad de radicales libres que determinan un envejecimiento precoz, aumentan las arrugas en la piel, estimula la caída del cabello, genera trastornos en el sueño, como dificultad para conciliar el sueño, despertares durante la noche, o el despertarse temprano a la mañana, con sensación de permanente agotamiento o de cansancio fácil, inmunodepresión, lo que predispone a procesos infecciosos, trastornos digestivos tanto anorexia como bulimia, y en los casos de las mujeres embarazadas con estrés mayor probabilidad de hijos prematuros y con mayor inmunodepresión, disminución del apetito sexual, trastornos en la memoria, dificultad para concentrarse y últimamente mayor tendencia a la enfermedad de Alzheimer.
Por último, está demostrado que bajo situaciones de estrés se perturban las relaciones interpersonales y se tiene mayor propensión a la agresividad en cualquiera de sus modalidades, entre otras situaciones nos lleva a ser más trasgresores frente al volante cuando conducimos, incrementando la tasa de accidentes de tránsito por actitudes para acordes en un ambiente de sociedad como el que vivimos.
Como vemos, el estrés no sólo genera problemas directos en la salud, sino que también genera trastornos que indirectamente nos complican nuestras vidas, por ello y más allá de tomar conciencia y reflexionar de cómo y para qué vivimos, debemos comenzar a tratar de revertir situaciones estresantes o a contrarrestarlas, en donde por ejemplo se sugiere ingerir mucha agua, consumir mayor cantidad de frutas que aporte vitaminas, minerales con efectos antioxidantes, agregar en la dieta mayor cantidad de legumbres y cereales por su aporte en vitaminas, sobre todo las del complejo B, y realizar alguna actividad física que si es recreativa, mejor.
(1) Dislipemia: del griego "dys", indicación de la dificultad, "lipos", grasa y "haima", sangre). Modificación de la tasa de los triglicéridos contenidos en la sangre.
Dr. José A. Nayi
Médico, Especialista en Medicina Interna
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